La apropiación privada de una parte del medio físico-biológico es un título tan evidente de privilegio que la renta se sobreentiende, aún cuando en apariencia nadie la pague." La cita, que conserva plena vigencia, pertenece a Juan B. Justo, de cuya muerte se cumplen 85 años y refleja qué pensaba el fundador del socialismo argentino en esta materia, que recobra actualidad con la resistencia de la Sociedad Rural a desprenderse de terrenos urbanos apropiados a precio vil, del mismo modo que rechazó en su momento asumir derechos de exportación razonables.
Para Justo –que propuso un camino original que tuviera en cuenta la estructura económico-social y la historia nacional–, la cuestión agraria era ciertamente central. Tanto que vivió en el campo largos períodos, le dedicó intensos años de actividad y hasta jugó un rol importante en los sucesos del Grito de Alcorta, que dio origen a la Federación Agraria, en 1912.
Se ocupó especialmente de la apropiación de la renta agraria, una
materia sensible para un país gobernado durante décadas por una
oligarquía terrateniente a la que él llamaba "clase inepta y rapaz",
siempre refractaria a contribuir, aunque se trate de módicos impuestos
inmobiliarios.
Desde su perspectiva, facilitar el acceso a la tierra, democratizar su
tenencia y retribuir con justicia el trabajo agrario eran la llave, no
sólo para la democratización de la Argentina, sino también para un mejor
uso de los recursos productivos y el incremento del bienestar general.
Su iniciativa de impuesto progresivo a la renta del suelo fue central en
su propósito de que los ingresos fiscales tuvieran una base más genuina
y equitativa.
El pensamiento de Justo mantiene inusitada actualidad porque la visión
de esa oligarquía que –a la que reportan hoy además algunos
descendientes de aquellos chacareros enriquecidos por el boom de la
soja y la especulación territorial– permanece inmune al paso del tiempo:
siguen creyendo que la propiedad privada, aún producto del saqueo, es
eterna e inmutable y que hasta el Estado les pertenece por derecho
propio.
Sueñan que, como los terrenos de Palermo, ese privilegio les será reconocido cuando amaine este tiempo de reformas que ellos interpretan sólo como un vendaval populista.
Sueñan que, como los terrenos de Palermo, ese privilegio les será reconocido cuando amaine este tiempo de reformas que ellos interpretan sólo como un vendaval populista.
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