martes, 25 de febrero de 2014

MENOS RECAUDACION PROPIA Y MAS ENDEUDAMIENTO EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

SUPLEMENTO CASH - PÁGINA 12 - 23-02-2014

Una combinación peligrosa


Las subas de salarios a las policías provinciales tendrán un fuerte impacto en materia fiscal. Tibias reformas tributarias de progresividad en las provincias fueron anuladas por presión del poder económico.



Por Alejandro López Accotto, Carlos Martínez y Martín Mangas *



En las semanas previas a fin de año, se desató una ola de reclamos salariales de las policías provinciales. Los incrementos otorgados por los gobernadores tendrán un fuerte impacto en materia fiscal y hasta la fecha se desconocen los medios para financiarlos. En la provincia de Buenos Aires, a fines de noviembre de 2013, la Legislatura aprobó el Presupuesto y Ley Impositiva para 2014. La sanción requirió una discusión de varias semanas entre el oficialismo y las distintas fuerzas de la oposición, principalmente en torno de dos cuestiones: la creación de una contribución especial del 18 por ciento en el Impuesto Inmobiliario (urbano y rural) y la autorización para un endeudamiento del fisco provincial de 14.500 millones de pesos.

Luego de una reunión con la Mesa de Enlace bonaerense, voceros del gobernador informaron que suspendían la iniciativa de crear la contribución especial del inmobiliario rural por tres meses, mientras técnicos del Estado y de las patronales agropecuarias estudiarían alternativas. Finalmente, se postergó también la aplicación de la contribución en el tramo urbano. Casualidad o no con los hechos policiales de fines de diciembre, los fondos que aportaría esa contribución iban a estar destinados a financiar nuevos efectivos policiales. Lo que interesa señalar no son sólo las consecuencias fiscales del aumento otorgado a las fuerzas de seguridad, sino la orientación en relación con la política de ingresos fiscales que tuvieron las principales fuerzas políticas bonaerenses en la discusión presupuestaria y fiscal.



Tal como lo manifestó la ministra de Economía, Silvina Batakis, en la reunión de la Comisión bicameral de Presupuesto, la contribución del inmobiliario de un 18 por ciento era una mera actualización del tributo en relación con el año anterior, en un contexto de desactualización prolongada de la valuación fiscal de las propiedades urbanas y rurales. Es decir, no se trataba ni de un aumento de alícuotas ni de una revaluación del valor fiscal de las propiedades. Sí se trataba de evitar la baja aún mayor de la participación del impuesto inmobiliario en el total de la recaudación tributaria y de destinar ingresos a un sector como el de la seguridad, que está cuestionado por los frecuentes episodios de violencia delictiva.

En el caso del Impuesto Inmobiliario Rural, la presión tributaria sobre el sector apenas se veía incrementada ya que, en su conjunto, las medidas propuestas representan una suba inferior a los 9 pesos anuales por hectárea para el 80 por ciento de las partidas.



La imposición patrimonial en la provincia de Buenos Aires (en el resto de las provincias también) viene cayendo estrepitosamente desde 1983 hasta la fecha. En 1983 representaba el 36 por ciento de la recaudación total y actualmente se ubica en torno del 7 por ciento. Aun con la contribución especial del 18 por ciento, esta participación continuaba cayendo. En cambio, la participación del Impuesto a los Ingresos Brutos (incluyendo su tramo descentralizado) en la recaudación total pasaría de un 73 por ciento en 2013 a un 74 por ciento en 2014, lo que aumenta la regresividad del sistema impositivo provincial. Cuando la Gobernación anunció que deja en stand by la propuesta, la caída del peso de todo el impuesto inmobiliario en el total de la recaudación es relevante y parece inscribirse en una política
que desestima la recaudación a través de impuestos patrimoniales.

Las fuerzas políticas opositoras (Frente Renovador, UCR y FAP) celebraron esa decisión. Los primeros que habían hecho del tema de la seguridad un eje de la última campaña electoral cuando apareció la propuesta de cobrarles algunos pocos pesos más a los terratenientes rurales no supieron qué intereses y convicciones les resultaba razonable defender. Si el de la “población indefensa frente a la inseguridad” o el de sus socios estratégicos del campo. Los autodenominados “progresistas”, como en otras ocasiones, prefirieron guardar un silencio llamativo antes que enemistarse con las patronales agropecuarias.



Despejada esa cuestión respecto del impuesto inmobiliario, toda la conversación entre el oficialismo y la oposición se centró en aprobar el endeudamiento. La iniciativa fue finalmente sancionada y el monto comprometido representa casi un 8 por ciento del presupuesto total aprobado. Claramente, por una simple cuestión temporal, el presupuesto no contemplaba ni preveía los incrementos salariales del orden del 50 por ciento arrebatados por la fuerza policial a las autoridades provinciales bonaerenses.



Varias cosas se presentan cuestionables en todo el derrotero. La primera es que se propusiera crear una “contribución especial” y no directamente realizar una actualización de la valuación fiscal de la tierra rural y urbana. Desde el arranque se desistió de dar una discusión más profunda, apuntando a una alternativa supuestamente más digerible políticamente, otorgándole una asignación específica para un tema sensible como lo es la “seguridad”. Empero, ni siquiera así, se pudo sostener la propuesta. Lo segundo, es que al mismo tiempo que se resignaba una mayor recaudación vía el impuesto inmobiliario, se decidió financiar parte del gasto corriente con endeudamiento. Esta receta ya mostró su peligrosidad en el pasado y resulta cuanto menos inconducente como política fiscal de medio plazo.  Y lo tercero es que todavía no se tenga claro cuáles van a ser los mecanismos de financiamiento con recursos propios del aumento policial, ni tampoco sobre los futuros aumentos salariales que en la misma línea (no necesariamente porcentaje) empezaron a plantear el resto de los trabajadores estatales.



Por eso, entre noviembre y diciembre, la dirigencia política bonaerense perdió una oportunidad de evitar que los impuestos patrimoniales, en general, y en particular “a la tierra”, siguieran perdiendo participación en la estructura tributaria frente al avance de impuestos regresivos. Y lo peor es que se dejaron torcer el brazo por tan sólo 9 pesos anuales por hectárea. Ahora, con este nuevo panorama fiscal, de menores recursos por la “concesión a las patronales agropecuarias”, mayores gastos por el aumento salarial otorgado a la policía, sumados a las expectativas generadas para el resto de los trabajadores estatales y un endeudamiento que ya no alcanza, hay que ver si se retorna a la tradicional política tributaria peronista, basada en que más pagan los que más tienen (esquema en el cual los impuestos patrimoniales son una herramienta importante) o si se profundiza una política fiscal que parece más cercana a la década de los noventa que a un proyecto nacional y popular.


* Investigadores-docentes de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

miércoles, 19 de febrero de 2014

DEFENDER LA REVOLUCION BOLIVARIANA

En la vieja Argentina –semicolonia inglesa hasta 1945– nos enseñaron a ignorar a Venezuela, más aún, a rivalizar con ella: nosotros, mirando hacia el Atlántico, Venezuela ambicionando expandirse hacia la América Latina profunda. 

Por Norberto Galasso en Tiempo Argentino

Esto comenzó con Mitre cuando, en las primeras páginas de su biografía sobre San Martín, inventa dos proyectos antagónicos: el argentino, liberar países para tornarlos independientes, el venezolano-colombiano, para  unificarlos bajo su égida como  Patria Grande. Y de ahí, la conclusión: siendo Bolívar un ambicioso, astuto e intrigante, y siendo San Martín "el santo de la espada", el venezolano le habría "robado" la gloria de concluir la campaña libertadora y esta usurpación habría provocado su exilio, quedando el general argentino en Europa con rencor irredimible hacia Bolívar. Por tanto, como diría Mitre y su ministro Elizalde, "Argentina está más cerca de Europa que de cualquier país latinoamericano", y diría luego el presidente Alvear cuando Sandino defendía la soberanía nicaragüense: "Nicaragua está demasiado lejos para que los argentinos nos preocupemos por su destino".

Pero la verdad por fin se está imponiendo. Ahora sabemos que no hubo misterio en Guayaquil: que San Martín, boicoteado desde Buenos Aires por Rivadavia, traicionado por el Lord Cochrane y con graves disidencias en el Perú, comprendió que  Bolívar estaba en mejores condiciones de dar el último golpe a los realistas, por lo cual prefirió dar un paso atrás –evitando una doble jefatura que acrecentaría la indisciplina– y se ofreció como segundo jefe de Bolívar, propuesta que el venezolano no aceptó con buen criterio, pues no podía entrar a Perú llevando por subjefe justamente  al Protector del Perú. 

Ahora sabemos también –porque lo testimonia la autoridad del historiador Ernesto Quesada– que San Martín admiraba a Bolívar y tenía, en su exilio europeo, tres retratos de Bolívar: un óleo que su hija pintó por encargo del propio Don José, un cuadro pequeño de Bolívar, enmarcado con diamantes, que este le regaló en Guayaquil y –lo cual es definitorio– una litografía de Bolívar, en la pared de su dormitorio, delante de su cama. Es decir, lo primero que veía al levantarse era el rostro de Bolívar, frente a él mudaba de ropa y al acostarse, lo último que veía era también el retrato del venezolano. Salvo que se quiera suponer el disparate de que sufría un grado extremo de masoquismo, los hechos demuestran que admiraba a quien había sido su compañero en el proyecto de la liberación y de la unificación de la  Patria Grande, lamentablemente frustrado en el Congreso de Panamá, en 1826.

Por eso, en la vieja época, estigmatizado Bolívar, no podíamos conocer de modo alguno quién había sido el caudillo Ezequiel Zamora, ni tampoco admirar las canciones de Alí Primera. Ahora, la historia mitrista está derrotada –y no por el rosismo ganadero y bonaerense– sino por una concepción latinoamericana expresada ya en organismos como el Unasur y el CELAC, en el Mercosur y el Banco del Sur. Ahora sabemos que la lucha por la Revolución Bolivariana, que es también sanmartiniana, es una sola. Por ello se están alzando voces condenando los intentos desestabilizadores provenientes de la derecha venezolana asociada al imperialismo norteamericano. Pero es necesario insistir: no se trata simplemente de la solidaridad de los argentinos con la causa iniciada en Venezuela por ese extraordinario caudillo popular que fue el comandante Hugo Chávez Frías. No. Es algo más que el apoyo a una causa justa de un país hermano. Es la consustanciación total con el gobierno presidido por Nicolás Maduro, porque ya somos una Patria Grande en reconstrucción y su lucha es nuestra lucha y su enemigo es nuestro enemigo.

Desde esta óptica latinoamericana –la de los grandes libertadores y también la de Martí, la de Artigas, la de Ugarte y tantos otros– salimos a denunciar y condenar el intento golpista de que somos objeto los pueblos de América Latina en estos días, perpetrado por los vendepatrias alimentados por los dólares yanquis. Desde aquí, como integrantes de una misma Nación agredida, y ante el ¿Quién vive? del agresor, contestamos con las palabras de Manuel Ugarte, en 1913: "Respondámosles unánimes, con toda la fuerza de nuestros pulmones: ¡La América Latina!... A la intromisión en nuestros asuntos domésticos, opongamos la acrisolada honradez de gobernantes y gobernados. Digámosles a los yanquis: ¡No queremos tutores! ¡No deseamos padrastros! ¡Dejadnos vivir tranquilos en esta porción de nuevo continente: ¡La América Latina  para los latinoamericanos! No consintamos más que ellos continúen. Pero si los angloamericanos persisten en sus ideas absorbentes, luchemos con el valor legendario de nuestra raza y que salgan de sus tumbas los manes de nuestros Libertadores y en forma de serpientes, estrangulen al enemigo maldito: ¡Viva la América Latina!