Nostalgias carnales
Por Tali Goldman 02.04.2014
Iniciada la carrera electoral, los candidatos pasean sus ideas ante
funcionarios y banqueros. Quiénes organizan los tours y cómo se pagan las giras
promocionales al corazón del imperio.
Los
destinos y los tiempos elegidos por los políticos no son casualidad. Por el
contrario, tienen una alta connotación y más en tiempos de previa electoral. Y
en la Argentina ya arrancó la larga previa electoral.
Estados Unidos nunca suele ser un destino fortuito, un país de paso o
sólo un lugar para ir de shopping. Un político que pasa por allí dice mucho, y
ese fue el caso de varios de ellos, quienes desfilaron con un claro y único
objetivo: mostrarse como los mejores candidatos de cara al 2015.
El vínculo quedó en evidencia allá por el 2006, cuando los famosos “WikiLeaks”
salieron a la luz. Estados Unidos quiere seguir mostrándose como amo y señor
del mundo entero, sobre todo en América latina, rol que cumplió de forma
explícita durante las dictaduras en la década del ’70 y que reforzó en los ’90
en épocas de “relaciones carnales”. Por eso se entiende que muchos sigan
eligiendo a Estados Unidos como destino principal para hacer lobby. El caso más
reciente y llamativo fue el de Sergio Massa, que se mostró radiante y feliz.
Eligió un día emblemático para aterrizar y dirigirse al Departamento de Estado:
el 24 de marzo, día de la memoria en conmemoración del inicio del golpe cívico
militar. Allí estaba el ex intendente de Tigre, acompañado por Eduardo Amadeo –ex
embajador en ese país durante la presidencia de Eduardo Duhalde–, Martín
Redrado –su principal asesor económico–, el ex lilito Adrián Pérez, quien vivió
un año en ese país, y Santiago Cantón –ex secretario ejecutivo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos–.
Massa fue invitado por el Inter-American Dialogue, una ONG que
tiene entre sus miembros al ex embajador José Octavio Bordón, al
decano de la Universidad Católica y ex ministro de Economía de la dictadura
José María Dagnino Pastore, y al ex presidente del
Banco Central y lobbista del JP Morgan, Alfonso Prat Gay. Bajo
semejante auspicio, Massa se reunió con el congresista republicano y miembro
del Tea Party Matt Salmon; con el presidente del
Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, Claudio Grossman; con la
secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Hemisféricos, Roberta Jacobson; el
secretario general de la OEA José Manuel Insulza y con el ex alcalde de Nueva York Rudolph
Giuliani, uno de los impulsores de las políticas de mano dura. Pasó por el
Atlantic Council, el CSIS, el Council of the Americas y el banco de inversión Morgan Stanley. Massa se encargó de dejar
contentos a todos: denostó al gobierno de Venezuela y dejó en claro que quiere
“recuperar la confianza” para las inversiones extranjeras. Nada distinto a lo que,
poco antes, dijo ante ellos otro precompetidor presidencial, Mauricio Macri,
quien se mostró como “el candidato del cambio”. Invitado por el presidente del American
Jewish Committee (AJC), el jefe de gobierno junto a su elegante esposa,
Juliana Awada; su asesor en asuntos internacionales Fulvio Pompeo; el
secretario de Gobierno Marcos Peña y su referente económico Carlos
Melconian, cenaron con Bill y Hillary Clinton. “Lo que hay que hacer
está claro. Basta mirar a Chile, Brasil, Uruguay, Perú y Colombia, y por ahí es
donde vamos a ir”, declaró tras salir del banco de inversión JP
Morgan, donde compartió un almuerzo con economistas argentinos.
Consultado por Veintitrés, el sociólogo y director del PLED, Atilio Borón,
consideró que el hecho de que políticos viajen a Estados Unidos “revela la supervivencia de una penosa mentalidad colonial,
de un pensamiento colonizado acerca de que tienen que peregrinar al centro del
imperio para buscar la bendición, y esto ya de por sí habla elocuentemente de
la baja calidad de la dirigencia que tiene que apelar a esos recursos para
poder postularse como candidatos en su país”. El experto en asuntos
latinoamericanos agregó que “es un espectáculo triste que habla de una dirigencia política
que tiene muy pocos pilares intelectuales y que busca ese apoyo en
el exterior”.
Oscar Laborde, presidente del Centro de Estudios del Sur y coordinador del Foro
de San Pablo, explicó a esta revista que “solía ser una costumbre durante
muchos años que el primer viaje obligado del presidente electo de un país
latinoamericano fuera a Estados Unidos. Era casi un rito, una pleitesía que se
le hacía al imperio. Cuando en 2011 estuve con Lula, nos comentaba que existía
entre los presidentes una competencia sobre cuántos minutos había durado el
café con el mandatario de Estados Unidos”. Y agregó: “Néstor Kirchner cambió
esa modalidad tratándolo a Bush como a un par y cuando en 2005 le dijo no al
ALCA. El gesto de todos los que van allá es de decir ‘si nosotros llegamos al
poder esta cosa va a cambiar, vamos a volver a las relaciones carnales’”.
Massa y Macri no fueron los únicos.
Elisa Carrió casualmente –o no– decidió pasar sus vacaciones en Nueva York, y
se presentó en la Universidad de Columbia para dar una charla en su Escuela de
Negocios junto a la diputada Mariana Zuvic –esposa del poderoso empresario
radical santacruceño Eduardo Costa–, y al legislador porteño Maximiliano
Ferraro. El debate entre ella y otros dirigentes políticos de otros países fue
auspiciado por los bancos Credit Suisse, Goldman Sachs, BNP Paribas y el JP
Morgan.
“Creo en la Alianza del Pacífico. No creo en los regímenes de
seudoizquierda que esconden nuevas oligarquías corruptas. Creo que los
populismos son tiranías soterradas”, dijo la diputada de UNEN, para regocijo
del foro.
También dijeron presente el gobernador de
Salta, Juan Manuel Urtubey; la senadora nacional del Pro Gabriela Michetti, y
la diputada nacional del GEN Margarita Stolbizer. Invitados por el Council of
the Americas (Consejo de las Américas), la organización que promueve el libre
comercio, la democracia y los mercados abiertos en todo el continente, los
argentinos disertaron entre un público preocupado por las continuidades o
cambios de las políticas económicas actuales.
El gobernador salteño ya hizo públicas sus intenciones de ser candidato a presidente,
mientras que la senadora aspira a ocupar el cargo que dejará vacante Mauricio
Macri. Luego de ese paso por Nueva York, se fueron rumbo a Boston, a la
Universidad de Harvard, para participar de un encuentro de la Red de Acción
Política (RAP) junto a otros dirigentes como los ex diputados por el Pro
Federico Pinedo y Paula Bertol. El RAP es una “fundación plural y apartidaria
que tiene como misión hacer un aporte hacia la formación y el fortalecimiento
de la dirigencia política en la Argentina a partir de un auténtico espíritu
republicano, una vocación de fortalecer el marco institucional y un conjunto de
valores, principios y conductas compartidas”. Del consejo asesor de la ONG
participan Marcos Aguinis, Santiago Kovadloff, Juan José
Llach y Natalio Botana, entre otros.
En visita oficial como gobernador, Daniel Scioli
también pisó suelo estadounidense con el objetivo de buscar inversiones para la
provincia y se mostró como el sucesor de CFK. También expuso en
el Consejo de las Américas. “Con mi experiencia como hombre de Estado y las
responsabilidades institucionales que se me han confiado en estos años, busqué
cada día más Argentina en el mundo y más mundo en la Argentina promoviendo
previsibilidad y confianza”, expresó en el encuentro.
Está claro: Estados Unidos quiere reunirse con políticos argentinos y los
políticos argentinos hacen fila para ir a mostrarse como candidatos. En el
medio, un gobierno que supo decirle no al FMI y al ALCA, que brega por la
unidad latinoamericana a través del Mercosur y la Unasur, y parte de un pueblo
que no quiere volver a repetir la historia.